Había una fruta que era como la abuelita de la huerta: Inma,
la sandía, era la más respetada y era ella la que sabía todas las respuestas.
Un día, cuando Inma estaba dando su paseo diario, vio algo
que le asustó.
Me explico:
El día empezó como todos los días. Se despertó muy temprano,
antes que ninguna otra de todas las frutas de la huerta. Empezó su paseo muy
tempranito y, según la mañana iba avanzando, las demás frutas se iban
despertando.
Cuando pasó por la parte de las fresas, Lola y Carolina, las
fresas gemelas, corrieron afuera para decirle: -“¡Buenos días!”. Las gemelas
eran muy listas y siempre preguntaban algo. Hablaron por unos 30 minutos, hasta
que Inma les dijo que tenía que continuar su paseo.
Cuando pasó por la parte de las manzanas, vio a Jirot, la
granada, que empezó a correr, como todos los días. Ella continuó su paseo
pensando :“¡Qué chico!; siempre está haciendo deporte; un día de estos va a ser
demasiado tarde y ¡EXPLOTARÁ!”.
Continuó su paseo y después de un rato, vio a Nathalie, la
piña, que volvía entonces a casa. “¡Ah, los jóvenes!, siempre están de fiesta
todos los días. Nunca duermen. ¡Qué inmaduros!”.
El día era tan bueno
que se decidió a alargar su paseo un
poco más. Subió hasta la colina, que estaba a las afueras de la huerta y cuando
llegó a la cima, estaba muy orgullosa de sí misma porque era una colina
bastante empinada. Entonces miró al otro lado y fue entonces cuando lo vio…
Al otro flanco había unas criaturas muy raras, que nunca
había visto antes. Eran rojas, naranjas, verdes, moradas.... Y eran muchos,
cientos de miles… Estaban bastante lejos, pero continuaban acercándose cada vez
más peligrosamente, porque no parecían amables.
No sabía lo que estaba sucediendo. Volvió hasta el árbol de
las bananas que había pasado unos cientos de metros antes, para decirles a
todos lo que había visto. Therese, la banana, rápidamente, se fue a ver lo que
estaba pasando.
Cuando Therese
volvió, todos estaban allí para oír todo lo que tenía que decir:
“Vienen”-dijo-“las verduras y las hortalizas”. Nadie nunca
las había visto antes. Había calabazas, cebollas, berenjenas, ajos, tomates,
pepinos, pimientos, lechugas, acelgas, espinacas, apios, y algo que se parecía
a una banana roja con un sombrero verde”- dijo Therese.
“Es un chile”- dijo Inma, con voz ronca y ahogada -“son muy
picantes”.
“¿Qué vamos a hacer?- preguntaron las fresas gemelas
asustadas.
“Pues, no podemos sentarnos aquí y esperar”- dijo Jirot, con
voz valiente.
“Me han dicho que iban a hacerse cargo de nuestra huerta” –
dijo Therese, con voz temblorosa.
“Necesitamos una defensa y un ataque”- continuó diciendo, ya
más repuesta.
“¿Qué queréis que haga yo?”- preguntó Inma, presurosa.
“Puedes volver a la huerta y cuidar a los niños”- dijo Jirot,
con voz firme pero nerviosa.
Esto no le pareció justo a Inma, pero no había tiempo para
discutir porque, en ese momento, oyeron a las verduras y las hortalizas que ya
estaban muy próximas.
“¡VAMOS!”- dijo Jirot. Y comenzó la guerra. Todo el mundo
luchó duro y después de unas pocas horas ganaron la batalla.
Todos estaban celebrando la victoria y, por eso, nadie se
dio cuenta de que un chile se había escondido entre los arbustos. Este escupió
una semilla en la huerta e incendió unos árboles. El fuego comenzó a extenderse
y se quemó todo a su paso. Todo el mundo estaba horrorizado y paralizado y
nadie sabía cómo detenerlo.
De repente, en la huerta, Inma oyó los gritos de terror en
la colina. Cuando se dio la vuelta, vio que el fuego cercaba a todos los
árboles. Ella salió corriendo como alma que lleva el diablo y se exprimió y un
montón de agua salió de su interior. El agua creó una barrera entre la huerta y
el fuego. El agua por fin consiguió detenerlo y apagarlo.
Todos gritaron de alegría al ver esto.
Y desde entonces y hasta ahora, nunca ha habido ningún
problema más entre las verduras, las hortalizas y las frutas y todo ha vuelto a estar tranquilo, con
la salvedad de que ahora Inma, la sandía, goza del título honorífico de Dña. MELÓN
DE AGUA. (Therese Martinssen B2, Noruega)
Diga lo que diga Therese, ¡este cuento es maravilloso!
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